Definición y marco histórico

   
 

Hacia principios del siglo XIX, las fronteras territoriales de la Revolución Francesa y su bandera ideológica de “libertad, igualdad y fraternidad”, llegaron con la invasión militar del régimen napoleónico hasta la Península Ibérica. En 1821, son retomados por la representación nacional de las denominadas Cortes de Cádiz en la Constitución Política de la Monarquía Española, que a partir de entonces gobernaría al imperio hispano y a todas sus posesiones ultramarinas en el Nuevo Mundo. De acuerdo con esta carta magna, el gobierno español seguiría siendo monárquico, pero de tipo constitucional y con división tripartita del poder. Además, se declaró que la soberanía residía en la nación formada por los españoles de todos los dominios coloniales iguales en derechos, incluidos los naturales o indoamericanos, pero no los habitantes de raza africana.

   
 
   
 

En realidad, el liberalismo ya estaba presente en nuestro continente desde años atrás. Personajes como los jesuitas mexicanos, Miguel Hidalgo y los criollos del Ayuntamiento de la Ciudad de México, conocían entonces el pensamiento liberal a través de sus grandes representantes (John Locke). En 1810, la convocatoria para elegir diputados en las Cortes de Cádiz significó el reconocimiento legal de los americanos (incluyendo a los indígenas), a votar y participar en los debates acerca de:

   
 

- Las limitaciones al absolutismo
- El goce de libertades
- Un gobierno representativo

   
 

Fue precisamente en esa asamblea nacional, donde por primera vez se utilizó la palabra liberal para designar a los simpatizantes de esa ideología. Hubo dos de las medidas instauradas por la constitución gaditana que afectaron e influyeron al entonces reino de la Nueva España: el establecimiento de ayuntamientos constitucionales para el gobierno de los pueblos, (elegidos popular y directamente), y el de las diputaciones provinciales, (formadas por diputados que colaborarían con el jefe político en la administración de las provincias).

   
 

Dibujo en papel de una sesión de las Cortes de Cádiz en 1812, elaborado en papel con la técnica tinta y aguada de tinta atribuido a Juan Gálvez (1774-1847), quien fue un pintor de género y decorador, alumno de la Academia de San Fernando y responsable de los frescos del palacio de los Infantes en el Escorial y las escaleras del Prado.

   
 
           
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