Formas de organización previas a la aparición de los partidos

   
 

El partido conservador se funda en 1849. Su definición de principios quedó plasmada en el editorial publicado en El Universal el 9 de enero de 1850, escrito por Lucas Alamán en el cual se afirma lo siguiente:

 
     
 

«nosotros nos llamamos conservadores porque queremos primeramente conservar la débil vida que le queda a esta pobre sociedad, a quien habéis herido de muerte; y después restituirle el vigor y la lozanía que puede y debe tener… el partido conservador existe entre nosotros desde que nació el partido contrario, destructor».

 
 

 

 
 

Lucas Alamán define así los lineamientos del partido conservador, el cual tomará una actitud beligerante frente al partido liberal. Dicho partido sostiene que México en el momento de la independencia rompió con su pasado histórico y comenzó a copiar modelos alejados de su realidad, lo cual enfrentó a distintos sectores del país. Esta visión llevó a una parte de los conservadores a pensar que la única forma de salvar al país era un gobierno monárquico.

   
 

Cabe mencionar que si bien las posiciones conservadoras se manifiestaron principalmente en la visión política del Estado, no ocurrió lo mismo con el sentido económico. En muchos casos, la política económica de los conservadores implicaba posiciones más avanzadas que las liberales, tal como ocurrió con el Banco de Avío propuesto por Lucas Alamán para fortalecer la industria nacional.

   
 

El partido liberal tiene sus raíces en las ideas manifestadas desde el primer tercio del siglo XIX. Así el doctor José María Luis Mora expone en su Programa de los Principios Políticos del Partido del Progreso los principios que seguirá en 1850. Conocido también como Partido Republicano, Puro o Democrático. Sus postulados influirán tanto en la revolución de Ayutla (1854) como en la Reforma.

   
 

En su programa de acción postula la separación de la Iglesia y el Estado, lo cual corresponde a un Estado laico. La Iglesia conservó sus privilegios coloniales durante la primera mitad del siglo XIX. Un ejemplo es la existencia de un tribunal eclesiástico para juzgar a sus miembros en caso de problemas legales, lo cual la separaba del resto de la población. Así, mediante la separación de los asuntos de Estado y gobierno se buscó la igualdad al no permitir que existieran privilegios para un grupo dentro de la sociedad. Este postulado, junto con otros se plasmó en la Constitución de 1857.

 

 

 
           
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