El legado de la Revolución Francesa

   
 

La Revolución Francesa y su secuela napoleónica trascendieron de manera notable en el mundo contemporáneo, ya que muchos de sus principios e instituciones se materializaron tras el desarrollo político de otros movimientos. Con ello se lograba un poco después la consolidación de los elementos distintivos del Estado-nación: el liberalismo, el nacionalismo, la democracia, el parlamentarismo y el constitucionalismo, por ejemplo, aun cuando no fue un proceso lineal y sin interrupciones. Como sucedió en la misma Francia, sus planteamientos fueron socavados en ciertos momentos por los movimientos reaccionarios que encabezaron los grupos afines al absolutismo monárquico, sobre todo hacia la primera mitad del siglo XIX.

   
 

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División Política de África

 

Las ideas revolucionarias francesas se difundieron por el mundo a través de la colonización imperialista, especialmente en África y Asia durante la segunda mitad del siglo XIX. Será un siglo después cuando los procesos de descolonización muestren en estos países la importancia de los ideales revolucionarios del siglo XVIII.

   
 

Pese a ello, el espíritu liberal y nacionalista ya no pudo ser contenido, más aún por las nuevas condiciones imperantes. La política de Restauración del Antiguo Régimen, emprendida sobre las bases del conservadurismo por los países vencedores de Napoleón y todo lo que representó su imperio, antes que combatir el impulso revolucionario que se desató en gran parte de Europa y restablecer el equilibrio político, lo alentó aún más. Así, a partir de 1848 ya no pudo ser reestablecido; las revoluciones liberales burguesas habían triunfado de forma casi definitiva. El Antiguo Régimen había sido derrocado ya en gran parte de Europa y los nuevos Estados-naciones se proyectarían sobre la base de una burguesía cada vez más enriquecida, situada en el núcleo del poder político y encabezando instituciones más sólidas. Aunado a lo anterior se encontraba la acelerada y creciente industrialización, y como derivación de ello, la competencia económica entre las diversas naciones de mayor desarrollo económico y la expansión colonial e imperialista que emprenderían en regiones con atraso económico, en África y Asia principalmente.

 
 

Los procesos revolucionarios que se generalizaron en Europa en 1848 marcaron un avance del liberalismo y las corrientes nacionalistas, aunque estos avances se vieron también acompañados por exigencias de carácter democrático (sufragio universal) y reclamaciones de reforma social que protegieran los intereses de las clases trabajadoras, así como el derecho al trabajo, mejores salarios y regulación de la jornada entre otras cosas.

 
 

Con todo, el legado que Francia aportó a la vida política de su época puede advertirse en diversas esferas, tal como se resume a continuación, tomando en cuenta como punto de partida solamente la trayectoria que marcó su propia revolución:  

   
 

La vida política pasó de ser un asunto reservado a un pequeño número de personas (los estamentos privilegiados) a otro en el cual todos participarían, pues la política se convirtió en una “cosa pública”, dado que la soberanía se transfirió a los ciudadanos, con el derecho de ser informados y el deber de informarse. Además, la importancia creciente del papel de la política en la vida pública desplazó al papel que la religión tenía en el Antiguo Régimen y se convirtió en el espacio de discusión de las ideas de toda sociedad organizada. Semejante rasgo puso en primer orden las bases de un gobierno de opinión: la libertad de prensa, la transparencia en asuntos de gobierno y las decisiones públicas.

   

El campo de la política se amplió a toda suerte de actividades. Dentro del Antiguo Régimen, la política se desarrollaba esencialmente para mantener el orden, la justicia, la defensa y la diplomacia. Con la Revolución, los poderes públicos englobaron un campo más amplio. Por ejemplo, la asistencia pública no será sólo asunto de la Iglesia, sino que la sociedad asume que tiene responsabilidades y su deber es tomar a cargo el cuidado de los demás. La otra cuestión se refiere a la instrucción pública, que no será una función más de la Iglesia, sino del Estado, lo que explica por qué éste se encargará de la organización de la enseñanza. Todo ello se basa en el ideal de que la felicidad es un derecho del individuo y una responsabilidad del Estado.

 

La asistencia pública es un legado de la Revolución Francesa que convierte en asunto político el bienestar de sus ciudadanos por causas de inequidad, más allá de la moral cristiana.  En adelante, se crearán entidades responsables de establecer políticas para garantizar el bienestar de los ciudadanos de forma extensiva.

 

La elección se convirtió en un procedimiento universal de designación. La consulta popular por la vía de las elecciones comenzaría a fungir como medio para elegir a los representantes de la nación, así como para la designación de administradores municipales, departamentales y magistrados. Las asambleas revolucionarias debieron implementar procedimientos de discusión y escrutinio de la cual es heredera nuestra vida parlamentaria.  

 
 

La designación de gobernantes, toma de decisiones a través de votaciones y plebiscitos  se ha convertido en el medio más común para la toma de decisiones

 

La revolución creó los soportes de la vida política: la prensa y los partidos políticos. Después de 1789, Francia declaró la libertad de prensa y los periodistas tuvieron un lugar importante en la vida política, lo que dio lugar a un vínculo estrecho entre la libertad política y la libertad de prensa. Las agrupaciones, por su parte, ofrecieron un vínculo entre los asambleístas y los ciudadanos, mediante la organización de clubes y sectas que serán el germen de los partidos políticos modernos y a través de los cuales se dará la participación del ciudadano. No obstante, la libertad de prensa y el surgimiento de las primeras agrupaciones políticas de ciudadanos tuvieron una corta vigencia, fueron reprimidas y sustituidas en etapas posteriores a 1789 y no serían restablecidas sino hasta más tarde. La libertad de prensa, por ejemplo, no se concretaría hasta 1881.

   
 

Aunque las constituciones consagran la libertad de prensa, la represión a los periodistas sigue siendo un problema mundial. En el anuncio " En muchos países, escribir un artículo es equivalente a cometer suicidio". Fuente: bestadsontv.com

   
 
           
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