América, un nuevo mundo

 

 

 

América representó para el hombre europeo del siglo XV (1492) un espacio geográfico y humano de gran novedad. Esto se advierte en los primeros escritos de Colón y de los cronistas que le sucedieron.

   
 

El 15 de febrero de 1493, cuando volvía de su primer viaje trasatlántico, Cristóbal Colón escribió la siguiente carta:

   
 

[Refiriéndose a la Española señalaba] "En ella hay muchos puertos en la costa de la mar sin comparación de otros que yo sepa en cristianos, y fartos ríos y buenos y grandes, que es maravilla. Las tierras della son altas y en ella muy muchas sierras y montañas altísimas sin comparación de la isla de Tenerife, todas hermosísimas, de mil fechuras, y todas andables y llenas de árboles de mil maneras y altos, y parecen que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la foja, según lo pude comprender, que los vi tan verdes y tan fermosos como son por mayo en España. Y dellos estaban floridos, dellos con fruto, y dellos en otro término según es su calidad. Y cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre, por allí donde yo andaba [...] La gente desta isla y todas las otras que he fallado y habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren [...] Ellos, de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen que no; antes convidan la persona con ello y muestran tanto amor que daría los corazones, y quier sea cosa de valor, quier sea de poco precio, luego por cualquiera cosica de cualquiera manera que sea que se les dé, por ellos son contentos [...] En estas islas, fasta aquí, no he hallado hombres monstruosos como muchos pensaban; mas antes es toda de muy lindo acatamiento." Fragmento tomado de Luis González, El entuerto de la conquista (1984) México, SEP, p. 30-32.

 

 

 

Los europeos se sorprendieron del aspecto físico del paisaje americano. No sólo llamó su atención la magnitud de las cordilleras (los Andes), al tener como punto de comparación a los Pirineos, sino también el caudal de los ríos (el Mississippi, el Orinoco, el Amazonas), cuando sus referentes eran el Guadalquivir y el Ebro, entre otros, que distaban en mucho de los anteriores, así como el misterio de las zonas selváticas y de los desiertos.

 

 

 

Asimismo, el panorama humano intrigó por sus diferencias étnicas y sus distintos grados de evolución que iban desde grupos nómadas hasta centros civilizatorios de gran esplendor como  Cuzco y Tenochtitlán.

 

 

 

El año de 1492 motivó una serie de ideas y de discusiones que dieron pie a reflexiones fundamentales de lo que llamamos el mundo moderno. Por ejemplo, se comprobó que el océano no terminaba en un abismo, con lo que se puso de manifiesto la redondez de la Tierra. Además, se comprobó  la  existencia de constelaciones y estrellas que no se registraban desde la Antigüedad, la presencia de hombres que vivían en lugares opuestos a los europeos (antípodas) y la existencia de plantas y animales que no se conocían en Europa, entre muchos otros aspectos. Todo ello dio pie a nuevos planteamientos acerca de la creación del mundo, surgió la idea de que el sol fuese el centro del universo (Copérnico), se modificó el concepto que el hombre tenía sobre sí mismo y se cuestionaron los valores vigentes desde la Edad Media.

 

 

 

América representó un nuevo escenario sobre el que se construyó la idea de un Nuevo Mundo, que no era sólo el que encontraron los europeos, sino era también lo que buscaban  y creían hallar. Con América se desbordaron los límites del mundo hasta entonces conocido.

   
 
           
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