Una ola migratoria efímera y una fusión cultural poco duradera

 

 

 

Las Cruzadas significaron una ola migratoria dividida en fases importantes, acordes con el desarrollo de las expediciones militares. Ya vimos cómo muchos peregrinos eran al mismo tiempo cruzados, cómo varias de dichas expediciones fracasaron y en qué forma, una vez tomadas algunas ciudades, incluyendo Jerusalén, eran miles los que regresaban a su patria.

 

 

 

La mayor parte de los expedicionarios cruzados no echó raíces en Medio Oriente, y ese fue, seguramente, uno de los problemas por los cuales los reinos latinos o cristianos en esa región no tuvieron mucha duración.

   
 

Un primer resultado de las Cruzadas es la creación de los reinos latinos. Balduino y los loreneses fundaron un condado autónomo en Edesa; Tancredo y los normandos se apoderaron de Alejandreta; Bohemundo y los normandos de Italia se apropiaron de Antioquia. Siria fue dividida al puro estilo feudal: al sur, desde Beirut a Gaza, el reino de Jerusalén, cuyas fronteras llegan al mar Rojo. Comprende un dominio real integrado por Jerusalén, Acre y Tiro, con cuatro feudos grandes, las baronías de Jaffa, Galilea, Sidón y Montreal y doce feudos más pequeños. Al norte se ubican el condado de Trípoli, el principado de Antioquia y el condado de Edesa, que en teoría eran vasallos del reino de Jerusalén, pero en la práctica eran autónomos y llegaron a ser enemigos.

 

 

 

Pero estos Estados latinos o cristianos eran muy débiles. Cuando los turcos estuvieron divididos, no había mucho problema, aunque la situación cambió cuando se reagruparon. A la muerte del rey leproso de Jerusalén, y cuando le sucede en el trono un niño de cinco años, Saladino ha unificado a los islámicos y al poco tiempo tomará Jerusalén.

 

 

 

Contradictoriamente, los reinos latinos se vieron obligados, después de que los cruzados realizaron matanzas terribles de musulmanes, a plantearse el problema del poblamiento de dichos territorios. Así, trataban de atraer a sus territorios a nuevos cristianos, primero europeos, después orientales, y posteriormente incluso islámicos, ya que mientras menos habitantes hubiera, más débil era el reino. Irónicamente, quienes habían luchado fanáticamente por su religión, se tenían que volver tolerantes. El resultado es la mezcla racial, cultural y política.

   
 

En los Estados latinos en formación, cristianos y musulmanes vivieron lado a lado por casi dos siglos, aunque cada grupo se interesaba poco por el contexto intelectual o religioso del otro. Hubo conversiones, pero eran poco comunes. La mayoría de los cristianos latinos no sabían nada del Islam, y de la misma manera, la mayor parte de los musulmanes ignoraban el cristianismo latino. A pesar de esto, había un intercambio cultural considerable entre ambos grupos, en costumbres, atuendos, alimentos y otros aspectos que cada vez será mayor, sobre todo de los orientales hacia los occidentales.

   
 

Así, se estaba formando en el Oriente latino una nueva cultura que combinaba elementos del cristianismo y el Islam, de Europa y Asia. Quienes vivían en los Estados cruzados ya no eran cruzados itinerantes. Con tal de defender sus hogares, estaban dispuestos a negociar y hasta entablar amistad con sus vecinos musulmanes. A medida que pasó el tiempo se abrió una brecha entre los cruzados, que recién llegaban de Europa para luchar contra los musulmanes, y los residentes locales, quienes estaban obligados a convivir con los musulmanes después de que los peregrinos-cruzados regresaran a sus casas. En esta forma había surgido un nuevo grupo humano ubicado entre dos culturas, pero sin pertenecer totalmente a ninguna. Fulqueiro de Chartres lo describió así:

   
 

Les pido que consideren y reflexionen acerca de cómo Dios en nuestros tiempos ha tornado occidente en oriente. Pues nosotros, que éramos occidentales, nos hemos transformado en orientales. El hombre que era romano o franco, en esta tierra se ha convertido en un galileo o un palestino. Quien antes era un ciudadano de Reims o de Chartres ahora se ha convertido en un ciudadano de Tiro o Antioquia. Ya hemos olvidado los lugares donde nacimos; muchos de nosotros ni siquiera los conocemos o nunca hemos oído hablar de ellos. Uno de nosotros puede tener su casa y criados, tal como los poseyera por herencia o derecho familiar. Otro se casa con una mujer que no es de su propia clase, sino siria o Armenia, o incluso, ocasionalmente, una sarracena que ha obtenido la gracia del bautismo…Los hombres se dirigen unos a otros con elocuciones y modismos de varias lenguas. Las diferentes lenguas de varias naciones son comunes aquí y uno comparte la fe con hombres cuyos antepasados eran desconocidos. Ya que está escrito: ¨el león y el buey comerán de la paja lado a lado¨. (Fulqueiro de Chartres, Historia Iherisilymitana, en Brundage, The Crusades: A Documentary Survey, 74-75.).

   
 

Mencionemos, entre los productos oriundos de Oriente llevados a Europa como consecuencia de las Cruzadas, el arroz, la caña de azúcar, el algodón, el azafrán, la cebolla de Ascalón, la berenjena, la espinaca, el albaricoque; técnicas y herramientas como la herradura con clavos (de origen bizantino), la carretilla (de origen chino), y los molinos de viento. Por supuesto, la mayor parte de estos productos eran conocidos en España y Portugal, territorios invadidos por los árabes desde el siglo VIII.

   
 

Muerte de San Luis, rey de Francia. Para algunos historiadores, aquí concluyen las Cruzadas.
Fuente: Las claves del feudalismo, Editorial Planeta. p. 73.

   
 
           
Subir

9/11