Causas de las Cruzadas

 

 

 

Aunque las causas más evidentes fueron de tipo económico –el despegue de Europa occidental, su crecimiento demográfico y al mismo tiempo la necesidad de nuevas tierras que dieran salida a las ambiciones de la nobleza feudal–  también hay que considerar otras que tuvieron un peso considerable.

   
 

El Papa Urbano II (1088 - 1099) pasó parte de su vida promoviendo la supuesta reforma de la Iglesia, y sobre todo, trabajando para erradicar el control laico.

   
 

En 1095 el emperador bizantino Alejo I Comneno solicitó ayuda militar en contra de los turcos. Para entonces, el Papa tenía la autoridad moral y política necesarias para hacer un llamado a los europeos occidentales. El 27 de noviembre de ese año, en el Concilio de Clermont, el Papa Urbano II (1088-1099) predicó la Cruzada.

   
 

No se conservaron las palabras exactas del Papa, pero está muy claro que él comenzó en el mismo punto donde había dejado Gregorio VII (1073-1085), uno de sus antecesores. Llamó a los caballeros de Cristo a tomar parte en una guerra de liberación, ya que los cristianos de Oriente debían ser liberados de las condiciones humillantes y brutales a las que los musulmanes los tenían sometidos. Con la ayuda de Occidente, la ciudad cristiana más grande del mundo, Constantinopla, podría ser liberada del peligro que la amenazaba. El problema era que por más convincente que resultara este mensaje, resultaba insuficiente para conmover los corazones e impulsarlos a la acción, por ello, lo que para Gregorio VII era apenas una posibilidad se transformó en un punto central para Urbano II: Tierra Santa. Los “soldados de San Pedro”, como él los llamaba, no sólo combatirían la presencia de los turcos selyúcidas en Asia Menor, sino que continuarían hasta Jerusalén. Bizancio siempre quedaba sólo en el camino.

   
 

Urbano II combinó la teoría de la guerra justa con otros principios, como la caridad cristiana y la peregrinación. En el Concilio de Clermont, el papa puso en práctica el llamado que Gregorio había preparado, pero no realizado. La innovación ahora fue enfatizar la liberación de Palestina sobre la reconquista de Asia Menor y relacionarla con la idea de peregrinaje. Cada cruzado se unió a la empresa, haciendo al mismo tiempo un voto de peregrino.

   
 
           
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