Napoleón Bonaparte y el triunfo de la burguesía

   
 

Retrato de Napoleón Bonaparte en 1790. Fuente: http://www.artcyclopedia.com

   
 

El papel de Napoleón Bonaparte en relación con la Revolución Francesa es un asunto que se ha interpretado desde muchos ángulos: si fue o no heredero de la Revolución, si el periodo en el cual gobernó (1799-1815) constituye un legado de la fase revolucionaria, o por el contrario, se trata de un periodo contrarrevolucionario, y si entre un momento y otro hay continuidad o ruptura. Así, algunos autores plantean que para responder a ello se requiere revisar su obra política y administrativa. Otros afirman que su permanencia en el poder dio lugar a la segunda fase de la Revolución, pues se retomaron muchas medidas emprendidas durante la etapa revolucionaria.

   
 

También hay quienes suponen que la forma en que Napoleón impuso el Consulado y el Imperio representa un retroceso político en comparación con el gobierno republicano de la etapa anterior, pero también el marco dentro del cual se dio un proceso de estabilidad y prosperidad para Francia, mismo que se manifestó en la consolidación de los resultados obtenidos por la lucha revolucionaria y la propagación de sus ideas e instituciones por toda Europa, con el consecuente combate de las formas feudales que ahí existían aún.

 

 

 

El gobierno de Napoleón se impuso desde el golpe de Estado al Directorio hasta 1815. Durante ese periodo, él gobernó Francia con los títulos de Cónsul Primero, de 1799 a 1800, Cónsul Vitalicio, de 1802 a 1804, y Emperador de Francia entre 1804 y 1814. Su último gobierno, el de los Cien días, en 1815, ya no pudo restablecerse de la derrota ante Inglaterra y los países aliados, en la Batalla de Waterloo, Bélgica. Mientras se mantuvo en el poder, Napoleón adoptó medidas contrarias al espíritu revolucionario, pues restableció un gobierno monárquico y hereditario –aunque en teoría existía una división tripartita del poder- acabó con la libertad de expresión, persiguió a quienes se le oponían -jacobinos y realistas- y creó una nueva aristocracia imperial. No obstante, logró la estabilidad social y la prosperidad económica al interior de Francia al emprender acciones y medidas diversas entre las cuales sobresalen:

 
 

De acuerdo con la Constitución  de 1804, “el gobierno de la República es confiado a un emperador que toma el título de emperador de los franceses”, con lo que recayó la dignidad imperial con carácter hereditario en Napoleón Bonaparte. La coronación se realizó el 2 de diciembre de 1804 ante el Papa Pío VII y simboliza la doble herencia del Imperio: el poder popular manifestado en plebiscito y el derecho divino con la presencia del Papa

 
 
  • La conciliación con los grupos afectados por la lucha revolucionaria, al permitir el retorno e integración de los emigrados y firmar un Concordato con la Santa Sede (1801) que estaría vigente en Francia hasta comenzado el siglo XX y por el cual se reconocía al catolicismo como religión de la mayoría francesa. Sin embargo, al mismo tiempo se admitían otras religiones, , hubo reformas como el hecho de que el clero ya no recuperara los bienes confiscados durante la Revolución y el sometimiento de la Iglesia al Estado, ya que éste se encargaría de nombrar los obispos, pagar los  salarios de los clérigos, quienes  además tendrían que jurar fidelidad al Estado.

       
  • El apoyo otorgado a la burguesía para continuar con sus proyectos económicos, lo que se manifestó en el impulso al comercio y la industria mediante la modernización de caminos y puertos, así como en la reestructuración de la hacienda pública y las finanzas, mediante la creación del Banco Central de Francia y el franco como moneda.

       
  • La centralización de la administración en todos los ámbitos. Así, por ejemplo, cada departamento estaría bajo el control de un prefecto y el sistema público de educación quedaría bajo el control de la Universidad Imperial, creada en 1808.

       
  • El reconocimiento de las medidas asumidas durante la Revolución en cuanto a la supresión de los privilegios feudales, ganándose por ello el apoyo de los campesinos. Asimismo,  obtuvo el respaldo de la clase media al designar los derechos de propiedad como inviolables.

       
  • El ordenamiento del Código Civil(1804), conocido también como Código Napoleónico, lo que afianzó los principios revolucionarios burguesas, ya que establecía la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, así como la libertad de culto, de conciencia, de trabajo y de expresión (aunque en la práctica esta última no se respetó cabalmente), el carácter laico del Estado, la libertad para adquirir tierras y la defensa de la propiedad privada y la igualdad de derechos de los hijos con respecto a la herencia. No obstante, se mantenían ciertas estructuras tradicionales, al establecer la autoridad del hombre sobre la familia, sin que las mujeres fuesen reconocidas de manera alguna.

     
     

    El 15 de julio de 1801, José Bonaparte negoció el Concordato entre Francia y la Santa Sede, con lo que el pontífice Pío VII pudo regresar a Roma, pues estaba prisionero desde la entrada de las tropas francesas a la ciudad y la declaración de la República romana.

     
  • El desarrollo cultural y científico a partir de la fundación de instituciones como la Academia de Bellas Artes, el Teatro Nacional, y centros de enseñanza media superior, academias, facultades y escuelas para formar profesores.

    Al exterior de Francia, no sólo destacan las acciones militares de Napoleón, las cuales tuvieron inicialmente el propósito de defender la causa revolucionaria en Francia en contra de la intervención militar de Austria y Prusia. Más tarde, Napoleón las realizó con el fin de convertir a su país en una potencia económica de primer orden mediante el control del comercio en Europa, el dominio de los mares y la expansión territorial en otros continentes. Para ello, debía desplazar el lugar predominante que en ese sentido tenía Inglaterra. Napoleón no pudo lograr sus propósitos, pero sí logró incidir, directa e indirectamente, en la transformación de su contexto inmediato.

     
     

    Bonaparte protegiendo el Código Napoleónico. Este conjunto de leyes se implantó en todos los Estados creados por el Emperador, incluyó medidas de orden liberal como la abolición del feudalismo y la servidumbre, la libertad de culto (salvo en España), el sufragio universal masculino y una declaración de derechos, así como la creación de un parlamento. Se instauró el sistema administrativo y judicial francés y se amplió el sistema educativo para que cualquier ciudadano accediera a la enseñanza secundaria.  En términos administrativos, el progreso y eficacia de la gestión fueron un logro real.

     
  • Sus campañas militares favorecieron la transformación del orden político imperante en gran parte de Europa, pues estableció instituciones de orden liberal en algunas regiones. En algunos casos, Bélgica, Holanda, Alemania del norte, el norte de Italia y parte de Polonia, donde el feudalismo fue abolido, los franceses gobernaron como si se tratara de su nación misma. En otras zonas, los cambios se dieron como reacción defensiva por influencia de esas acciones, o como consecuencia indirecta de las mismas. Ejemplo de esto último es el estallido de los movimientos de independencia en América Latina, suscitados a raíz de la invasión napoleónica en la península ibérica hacia 1807.

       
  • Sus acciones en las zonas dominadas contribuyeron a la transformación del pensamiento político de ese entonces, ya que, además de extender los principios, instituciones y organismos de la Revolución a otras regiones, se difundieron los ideales del liberalismo, pero también se gestaron reacciones nacionalistas al interior de las zonas dominadas. Parte de las acciones con mayor incidencia en este último sentido fueron, entre otros aspectos, la imposición de gobiernos de cargas fiscales muy elevadas y la modificación de fronteras territoriales, todo por encima de la voluntad de los habitantes de la región que se tratase. Lo último se dio como resultado de los tratados de paz acordados con otras naciones, las anexiones realizadas gracias a los triunfos militares del ejército napoleónico y la reorganización territorial de algunos estados que Napoleón dispuso para optimizar la administración de los mismos.

       
     
               
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